Struwwelpeter
'Die Geschichte vom bösen Friederich' (La Historia de Federico el Cruel), un chico violento aterroriza a las personas y, especialmente, a los animales. Un buen día un perro lo muerde y el niño se enferma, por lo que después tiene que estar recluido, tomando los remedios horribles que le da el médico, mientras que el el perro se come su sabrosa cena:
En 'Die gar traurige Geschichte mit dem Feuerzeug' (La Trágica historia de Paulina y los Cerillos), una chica juega con fuego y se quema hasta morir:
- Los papás de Paulinita
- la dejan sola en casita
- La niña corre, jugando
- con su muñeca y cantando,
- hasta que -¡Oh, maravillas!-
- ve una caja de cerillas.
- "¡Qué juguete! ¡Qué bonita!",
- -dice, al verla, Paulinita:
- "Voy a probar a encender,
- como mamá suele hacer"
- Pero Mina y Minz, las gatas,
- alzan a la par sus patas
- y chillan:
- "¡Ay, miau, miau, no, no, Paulina!
- ¡Terminarás quemadita!"
- Paulinita desatiende
- el buen consejo, y enciende,
- como se ve en la figura,
- la cerilla -¡ay, qué locura!-
- mientras salta de contento,
- sin descansar un momento.
- Pero Mina y Minz, las gatas,
- levantan, locas, las patas:
- "¡Tu mamá te lo ha prohibido!",
- le dicen, con sus maullidos:
- "¡Ay, miau, miau, no, no, Paulina!
- ¡Terminarás quemadita!"
- Las llamas -¡ay!- han prendido
- en la manga, en el vestido,
- la falda, la cabellera;
- ¡Se quema la niña entera!
- -¡Ay!- Mina y Minz, las gatitas,
- ¡cómo chillan, criaturitas!
- "¡Auxilio!, ¡Ayuda, por favor!
- ¡Arde la niña, oh, pavor!"
- "¡Miau, miau, traigan agua!
- ¡Qué espanto! ¡Miagua, miagua!"
- La niña -¡qué gran tristeza!-
- ardió de pies a cabeza.
- Quedaron sólo cenizas,
- y rojas, dos zapatillas.
- Y Mina y Minz, las gatitas
- lloran, lloran ¡pobrecitas!
- "¡Qué tragedia, miau, miau miau!
- ¿Cuándo vendrán, papáu, mamáu?"
- Y derraman, tristemente,
- de lágrimas un torrente.
'Die Geschichte vom Daumenlutscher' (La Historia del Pequeño Chupa-dedo), una madre advierte a su hijo sobre no chuparse el dedo. Sin embargo, el mocoso insiste y se aparece un sastre que le corta los pulgares con unas tijeras.
- "¡Conrado!", dice mamá:
- "Salgo un rato, estate acá
- sé bueno, juicioso y pío
- hasta que vuelva, hijo mío
- y no te chupes el dedo
- porque entonces —¡ay, qué miedo!—
- vendrá a buscarte, pillastre
- con las tijeras el sastre
- y te cortará —tris, tras!—
- los pulgares, ya verás".
- Sale la señora y ¡zas!
- ¡Chupa que te chuparás…!
- Se abre la puerta y de un salto,
- entra en la casa, al asalto,
- el terrible sastre aquél
- que venía en busca de él.
- Con la afilada tijera
- le corta los dedos —¡fuera!—
- y deja al pobre Conrado,
- llorando desconsolado.
- Cuando mamá vuelve al hogar,
- Se lo encuentra -¡puro llorar!-
- ¡Sin pulgares se quedó,
- el sastre se los cortó!
Traducido como Pedro Melenas, Pedro El Desgreñado o El Despeluzado es el personaje principal del libro para niños del mismo nombre, obra del médico alemán Heinrich Hoffmann (1809 - 1894).
Es uno de los libros de cuentos alemanes más exitosos; ha sido traducido a múltiples idiomas. Consta de varias historias (narradas en verso) en las que en cada una de ellas es protagonista un niño con algún vicio o "malcomportamiento" distinto, quien al final, recibe un castigo.
En el año 1844 el joven
doctor alemán Heinrich Hoffmann (1809-1894), después de buscar en vano en las
librerías de Frankfurt en vísperas de Navidad, un libro ilustrado que le
pareciera interesante para su hijo de cuatro años, decidió comprar un cuaderno
escolar y se puso a escribir unas historias que ilustró con sus propios
dibujos. El texto comenzaba con "La historia del malvado Federico",
en cambio la presentación de "Der Struwwelpeter" —traducido al
castellano como "Pedro Melenas", personaje que daría posteriormente
nombre al libro—, en el manuscrito figuraba al final. Löning, un conocido del
autor, publicó por primera vez el libro en una edición de 1.500 ejemplares en
1845. El propio Hoffmann cuidó personalmente que la impresión de los dibujos no
alterara en lo más mínimo los colores y el estilo original. Lo que no quería
era que se deslizara en las páginas nada del estilo artificioso y dulzón tan
característico de los libros infantiles que se publicaban en el momento y que
él había rechazado en su búsqueda de un libro para su hijo. Los 1.500
ejemplares fueron vendidos en un mes, y a esta primera siguieron infinidad de
ediciones y traducciones a múltiples idiomas; siendo para destacar que el
propio Mark Twain* fue el responsable de una de las traducciones
de Der Struwwelpeter al inglés. (*) A esta traducción de Mark
Twain se puede acceder por Internet:www.fln.vcu.edu/struwwel /twpete.html .
Aquí está contado en alemán:
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